Castillo de Gripsholm: Historia
Pugnas dinásticas, suntuosas celebraciones navideñas de Gustavo III y residencia-fortín de Gustavo Vasa. En el Castillo Gripsholm no escasea el dramatismo histórico y una vez que ha visto el león disecado no lo podrá olvidar jamás.
Esta imponente e inspiradora fortaleza de ladrillo se alza abrazada por las aguas del lago Mälaren sobre la encantadora localidad de Mariefred. En Gripsholm, que para muchos representa la viva imagen de lo que se espera de un verdadero castillo, se hace omnipresente el soplo de la historia al recorrer sus salas y serpenteantes corredores.
La trayectoria del actual castillo arranca en 1537 con el inicio de su construcción por orden del rey Gustavo Vasa. Sin embargo, ya en el siglo XIV había aquí una fortaleza levantada por el senescal Bo Jonsson Grip, de quien el castillo deriva su nombre.
Residencia de Gustavo Vasa
Durante la Baja Edad Media, dicha fortaleza fue donada a un monasterio cartujo fundado dentro del área de palacio, en Pax Marie, que más tarde devendría Mariefred. Con ocasión de la Reforma, el convento fue absorbido por el Estado y en 1537 comenzó a edificarse el castillo actual bajo la dirección del maestro constructor Henrik von Köllen. Aunque fue incorporado al nuevo sistema de defensa militar del país, el castillo se destinó igualmente como vivienda de representación del príncipe renacentista Gustav Vasa. Durante el reinado de su hijo el duque Carlos se construyó el inmenso Salón del Reino, el cual, con sus frescos sobre el techo y sus retratos de cuerpo entero de Gustavo Vasa y otros regentes europeos contemporáneos, proporciona una fiel idea del aspecto primigenio de Gripsholm. La estancia del siglo XVI más famosa del castillo y uno de los interiores mejor conservados de la época a nivel nacional es la Habitación del Duque Carlos.
Encarcelamiento de Erico XIV
En sus casi cinco siglos de existencia, el Castillo de Gripsholm ha sido escenario de numerosos dramas. Fue aquí, por ejemplo, donde entre 1563 y 1567 Erico XIV mantuvo encarcelado a su hermano, el futuro Juan III, y a su esposa Catalina Jagellón, y donde nacerían también dos de los vástagos de estos últimos: Isabel y Segismundo. Cuando, posteriormente, en 1571, Juan III depuso a Erico XIV, le tocaría a este último permanecer aquí encerrado durante dos años en compañía de su esposa Karin Månsdotter y de sus hijos, hasta su traslado a la localidad de Västerås.
Siete décadas después se internó aquí a la reina madre María Leonor en arresto domiciliario, tras entrar la regente en conflicto con el Consejo Nacional y acusársele de contactos con el enemigo. Sin embargo, en la noche del 22 de julio de 1640, logró escapar del Castillo de Gripsholm a Dinamarca disfrazada de burgués.
«Empolvar el techo con la peluca»
Durante el reinado de Gustavo III, Gripsholm experimentaría tal vez su período de mayor magnificencia con una intensa vida cortesana. Desde Gripsholm, Gustavo III escribe a su hermano, el duque Carlos, lo siguiente:
«Llevo aquí desde el martes deambulando entre mis antepasados. Me veo a mí mismo en la época de Gustavo I, lo que me causa una dicha indescriptible».
Durante el mandato de Gustavo III tuvieron aquí lugar fastuosas celebraciones navideñas, cuyas reseñas podemos hallar en cartas y diarios. El traslado hasta este lugar de la corte, el personal de servicio, los equipajes y el mobiliario constituía una empresa nada desdeñable. Según un escrito datado en 1775, se requería para el transporte 95 caballos y 21 carros, de los cuales seis únicamente para el guardarropa del monarca. No a todos les llenaba de regocijo abandonar la comodidad del palacio de Estocolmo. El conde Von Fersen se quejaba, sobre todo de «empolvar el techo con la peluca» por la baja altura de las habitaciones del Ala de Caballeros.
Vida social en el castillo
En general, la vida aquí era bastante agradable. No faltaba interacción social, juegos, divertimentos como la gallinita ciega o pantomimas, lecturas en voz alta en el Salón Azul de la reina ni cacerías, aunque también había momentos de asueto donde escribir cartas o leer libros en soledad. A las nueve de la noche se servía la cena. En una velada de otoño de 1784 el menú se compuso de lo siguiente:
- Sopa de ternera, pollo y buey
- Bacalao, ternera y aves de diversos tipos (urogallo, pollo, pavo y pato)
- Trufas y aceitunas
- Verduras (guisantes, judías y coliflor)
- Macarrones con queso parmesano, mantequilla y harina
- Ensalada de apio, lechuga, endibias y lengua de buey
- Bollería
- Jaleas, uvas y limones
Todo ello bañado con 26 botellas de vino y 14 jarras de bebida.
Un caballo de regalo de Navidad
Se cuenta que, en varias ocasiones, Gustavo III mandó que lo llevaran en trineo los 70 kilómetros que separan Gripsholm de Estocolmo con el fin de comprar regalos navideños, los cuales posteriormente eran repartidos durante la cena de Nochebuena. Eduvigis Isabel Carlota, la cuñada de Gustavo III, relata lo siguiente al respecto de las Navidades de 1779:
«Hemos recibidos extraordinarios presentes navideños. El Rey se ha mostrado excepcionalmente dadivoso, y todos sus regalos han sido de un excelente gusto».
Por ejemplo, en estas Navidades en Gripsholm, al duque Carlos le obsequiaron con un caballo, el cual, sin embargo, se negó a subir por las escaleras hasta la sala donde estaba todo el mundo.
Obras maestras del neoclasicismo
El rey albergaba ambiciosos planes para el castillo, pero todos los cambios previstos nunca llegaron a materializarse. De esta época es, sin embargo, la conocida hoy como Torre del Teatro, esto es, la sala teatral alojada en una de las atalayas de la fortaleza. Ya en 1772-73, Carl Fredrik Adelcrantz, el arquitecto de Gustavo III, edificó aquí un teatro, pero no tardó en considerarse este demasiado pequeño e insuficiente, por lo que en 1781 se encomendó al arquitecto Erik Palmstedt el diseño de uno nuevo. El teatro de Palmstedt, con su bella combinación de intimismo y monumentalidad, constituye una de las obras maestras del neoclasicismo sueco. Aún se conservan los decorados y la maquinaria escenográfica de la época de Gustavo III.
Arresto de Gustavo IV Adolfo
Algunos años antes de la muerte de Gustavo III desapareció también el esplendor cortesano de Gripsholm. Las fiestas, bailes, juegos y representaciones se antojaban ya como algo remoto cuando, en 1809, el castillo se convirtió en escenario de una sucesión de dramáticos acontecimientos en la historia de Suecia. Después de que Suecia perdiera Finlandia a manos de Rusia, el rey Gustavo IV Adolfo fue detenido y conducido al Castillo de Gripsholm, donde permanecería confinado durante nueve meses. Fue aquí también donde firmó su renuncia al trono. En la Sala de Consejos puede verse aún el escritorio con tablero de marfil, madreperla y caparazón de tortuga donde tuvo lugar este acto. En diciembre de 1809, Gustavo IV Adolfo abandonó Suecia en compañía de su familia para nunca más regresar.
El castillo se renueva
A finales del siglo XIX se modernizaron varias de las estancias aplicando los principios de restauración de la época. En 1889 se formó la Asociación de Gripsholm, que, por etapas entre 1891 y 1899, introdujo importantes modificaciones en la fortaleza siguiendo los planos del arquitecto Fredrik Lilljekvist. Se pretendía con ello restablecer de la mejor manera el castillo a su aspecto del siglo XVI, devolviéndole así en cierta forma su carácter renacentista. Se reelaboran en la medida de lo posible antiguos elementos decorativos, o bien se sustituye lo que se ha perdido con, por ejemplo, techos interiores, que, ciertamente son de la «época», pero rescatados de otros lugares. Sin embargo, esta restauración no estuvo exenta de polémica. Muchos de sus oponentes, entre otros, el escritor Verner von Heidenstam, consideró que se había excedido y lamentó el legado cultural perdido.
Un león inolvidable
Hoy en día, el castillo atrae a un gran número de visitas que acuden para admirar la fastuosidad de los salones, sentir el vuelo de la historia que impregna sus paredes o disfrutar de la amplia colección de retratos. Tal vez una de las principales atracciones del castillo sea el león disecado del siglo XVIII. El gran interés que suscita se debe a que el taxidermista a cargo del cuerpo del león probablemente nunca antes había visto un ejemplar vivo de este felino, lo que dio lugar a un resultado ciertamente alejado de lo que hoy estamos acostumbrados. Cuando lo vea, nunca lo podrá olvidar
Imagen superior: Grabado del Castillo de Gripsholm del artista Erik Dahlbergh incluido en el libro Suecia antiqua et hodierna. Fotografía: Biblioteca Real